Mutua Balear, mutua colaboradora con la seguridad social, mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales.

Introducción

La  asertividad puede definirse como la habilidad social que tiene una persona de expresar clara y directamente sus opiniones, deseos y sentimientos acerca de algo con el fin de encaminar cualquier relación comunicativa a un espacio de negociación común. Según Pinazo-Hernandis (2006), esta habilidad se consolida de forma progresiva y requiere la práctica  de tres pasos:

1. Escucha activa: para entender lo que la otra persona nos quiere expresar debemos atender a su lenguaje verbal y no verbal, prestar total atención a lo que está diciendo, a sus gestos, tono de voz, etc. Esto supone dejar a un lado el móvil, el ordenador o las llamadas. La escucha activa permitirá que nuestro tiempo de escucha sea efectivo. Es fundamental que, mientras escuchemos, dejemos de pensar en la respuesta que vamos a dar y evitemos preparar nuestra defensa, aunque no estemos de acuerdo con lo que plantea nuestro interlocutor. El objetivo es escuchar lo que dice la otra persona.
2. Expresión: debemos decir lo que pensamos u opinamos con nuestros propios argumentos, ya sean a favor o en contra de lo expuesto por la otra persona. Se recomienda no iniciar esta fase con expresiones como «Sin embargo, …», «Pero…», «No estoy de acuerdo» o «No tienes razón», ya que pueden poner a la defensiva a nuestro interlocutor. En este paso debemos decir de forma clara y directa lo que pensamos y usar conectivos como «No obstante, …», «Aun así, …», «En esa misma línea, …». El objetivo es dialogar.
3. Deseo: paso también es requisito indispensable para la comunicación asertiva.  Una vez escuchado al interlocutor (escucha activa) y conectadas sus opiniones o deseos con nuestro acuerdo o desacuerdo (expresión), llegamos a esta tercera fase en la que expondremos lo que deseamos que suceda de forma clara y directa.

Es importante recalcar que a través de la asertividad no vamos a conseguir automáticamente que la otra persona esté de acuerdo con nosotros, actúe según nuestra voluntad o se resuelva inmediatamente  el conflicto. Lo que se consigue es crear un espacio de negociación mutua en el que nuestro interlocutor conoce nuestros deseos, a la vez que nosotros podemos entender los del otro (empatía). Por otro lado, en el caso de las relaciones laborales surge una limitación más para la práctica de la asertividad: la verticalidad o jerarquía. La verticalidad de las relaciones laborales (jefe/subordinado) puede afectar a la creación de un espacio de asertividad, ya que este tipo de comunicación puede estar marcada por «órdenes» o «dictados» surgidos de la propia naturaleza de la jerarquía.

Por esta razón, las nuevas teorías de la gestión organizacional, como es el caso del Happiness Management, apuestan por organizaciones de carácter horizontal, entendiendo que la naturaleza de las relaciones jerárquicas afecta no solo a la capacidad de diálogo de los miembros de la organización, sino que limita la creatividad y la innovación. Independientemente de ello, la asertividad puede lograrse también en relaciones de jerarquía, ya que no es un impedimento insalvable al establecimiento de reglas de organización y funciones.

Entrenar esta habilidad en las personas trabajadoras tiene múltiples beneficios para ellas y para el buen funcionamiento de las organizaciones. A través de la asertividad puede conseguirse una mayor aceptación de la diversidad de opiniones, lo cual fomenta la creatividad, una mejor cohesión de los equipos de trabajo y, a nivel individual, una mejora de la autoestima y de la gestión emocional.

Fuentes

• Galiano A. et al.(2019) Happiness management and creativity in the XXI century: intangible capitals as a source of innovation, competitiveness and sustainable development. Editorial Comares S.L.
  
   

Última actualización: 05/07/2022

Asertividad en el entorno laboral