Una de las características de la especie humana es su naturaleza grupal. Y es que alcanzamos muchas de nuestras necesidades (afecto, autoestima, desarrollo personal, entretenimiento, etc.) a través de las interacciones que llevamos a cabo en grupo. Dentro de cada grupo aparecerá, de forma espontánea o designada, un individuo con capacidad de influir en las decisiones de los demás, dando paso a la consolidación de la figura del guía, jefe o líder y a los diferentes tipos de poder que puede ejercer dicha figura sobre cada individuo y sobre el grupo en general.
Un liderazgo inadecuado en la escala de mando de una organización puede llegar a generar riesgos psicosociales y repercutir negativamente en aspectos tan importantes para la trayectoria de la empresa como la productividad, el absentismo, la siniestralidad laboral, etc.
Existe una amplia variedad de estilos de liderazgo que, dependiendo del sector de actividad (servicios, producción, etc.), de su estructura y de su estilo organizacional, podrán tener mayores o menores limitaciones en su aplicación.
A continuación, vamos a describir brevemente los estilos de mando más comunes, su repercusión en la gestión de equipos y las posibles consecuencias en la estabilidad y crecimiento de la empresa y de cada uno de sus departamentos.
El directivo, mando, supervisor, etc., que ejerce esta forma de dirección de equipos es una persona inflexible con sus colaboradores que se rige por sus propios criterios y asume personalmente la toma de decisiones sin tener en cuenta la opinión de sus subordinados. Utiliza recompensas o castigos dependiendo de las acciones realizadas, e impone y espera el cumplimiento estricto de sus órdenes.
En este caso, el directivo, mando, supervisor, etc., es más participativo y tiene muy en cuenta los puntos de vista de cada uno de sus colaboradores. Por ejemplo, durante el periodo de aprobación de un proyecto, requiere la presencia y participación de todos sus subordinados para poder aprobarlo de forma definitiva. Esta forma de liderar propicia que los empleados decidan y asuman responsabilidades en la toma de decisiones. El líder se caracteriza por ser activo, consultivo, orientador y formador. Además, tiene un alto sentido de responsabilidad y compromiso personal con las necesidades de la organización. También se caracteriza por ser un gran oyente y por mostrarse muy respetuoso en el trato hacia sus colaboradores, compartiendo la toma de decisiones con otros miembros de la organización. Por tanto, dispone de una gran capacidad para influir sobre los subordinados, guiándoles en el transcurso de los proyectos.
Este estilo de direción es totalmente opuesto a los anteriormente mencionados. Se caracteriza por la apatía a la hora de tomar decisiones, cediendo esta responsabilidad a los subordinados sin proporcionarles ayuda, motivación o control de las actividades que realizan. El individuo que aplica este liderazgo tiene un débil compromiso con la organización y no es capaz de resolver los conflictos que surgen. Tampoco dirige al equipo hacia la consecución de los objetivos y metas marcados, sin ofrecer apoyo a sus colaboradores y evitando cualquier tema que necesite de la experiencia y la responsabilidad del cargo de directivo. Suele ser un sujeto más pasivo, inactivo y desinteresado que cualquier otro tipo de líder.
Este estilo destaca por el ánimo y estimulo que el líder proporciona al colaborador, ya que le considera una pieza muy significativa en la organización, no solo un simple instrumento para conseguir los objetivos previstos. Se potencia la cooperación y se fomentan las habilidades socio-personales, lo que ayuda a incrementar la autoestima de todos los componentes del grupo.
Este estilo de liderazgo utiliza las recompensas a los colaboradores en función del cumplimiento de los criterios establecidos y de su productividad. Esta clase de dirección es funcional y puede ser útil en empresas tradicionales, ya que estas organizaciones necesitan de alguien que planifique y genere estrategias que garanticen el cumplimiento estricto de los procesos que lleven a la consecución de los resultados deseados.
Sin duda, el estilo de liderazgo de una empresa influye de manera directa en el clima laboral de una organización. Para que exista un clima participativo y abierto es necesario fomentar unas buenas relaciones interpersonales dentro del grupo, un hecho que redundará en la satisfacción de los empleados.
Los estilos democrático y de intercambio, cuyas características hemos repasado anteriormente, desarrollan una forma de dirigir basada en una alta participación de los empleados en la toma de decisiones. Estos estilos favorecen el desarrollo de un buen clima laboral dentro de la organización, ya que incrementan el compromiso y fomentan la responsabilidad de los subordinados.
Sin duda, la actuación de un directivo, mando, supervisor, etc., con sus colaboradores es uno de los aspectos más relacionados con la aparición de riesgos psicosociales, ya puede provocar determinados niveles de estrés.
Los responsables que desarrollan un estilo de liderazgo democrático o de intercambio, disponen y aplican las habilidades necesarias para gestionar el estrés laboral y favorecer la motivación de los trabajadores, realizan continuos esfuerzos por generar compromiso e implicación desde su propio comportamiento y suelen llevar a cabo actuaciones equilibradas y equitativas. Asumen responsabilidades, acompañan a sus equipos al desarrollo profesional y personal dentro de la empresa, celebran los éxitos y asumen los errores con coherencia e integridad. En definitiva, son capaces de poner el bien colectivo, del equipo y de la empresa por encima de sus intereses personales.
A continuación, presentamos un cuestionario de cumplimentación voluntaria y de autoevaluación personal cuyo único objetivo es el de mejorar el liderazgo de las personas y de la organización a todos los niveles.
En cada una de las cuestiones que se plantean para cada apartado (sinceridad, serenidad, sencillez, seriedad y sensibilidad) se consignará el número que más se ajuste a la opinión que tienes sobre como ejerces tu liderazgo, o bien, si formas parte de un equipo de trabajo, qué opinión tienes sobre el liderazgo del responsable de tu equipo o incluso de toda la organización.
La máxima puntuación es 5 y la mínima 1.
Como mecanismo para estimular mejoras en el liderazgo, una vez cumplimentado el cuestionario y solo a modo orientativo, puedes realizar una valoración sobre el resultado obtenido aplicando los siguientes pasos:
Última actualización: 18/08/2021
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